La degeneración o atrofia retinal progresiva se identificó por primera vez a inicios del siglo XX en una raza de perros exóticos llamada gordon setter. Desde entonces, se ha documentado en más de 100 cruces, aunque en gatos no ha sido tan común. Bueno, con la excepción del gato abisinio, que muestra una inclinación poco usual a desarrollar esta condición.
¿Pero qué es exactamente la atrofia retinal progresiva y cómo afecta a los gatos en general? Démosle un vistazo rápido.
Atrofia progresiva de retina y anatomía del ojo
El ojo de un gato es un órgano bastante delicado, pero sorprendentemente duradero. Al igual que el órgano óptico de un humano, se compone de varias capas intercaladas que forman parte de la córnea. El iris, que es la parte coloreada/pigmentada del ojo, es a su vez responsable de dejar entrar menos o más luz según las condiciones ambientales predominantes. También está el cristalino que «dobla» y refracta los rayos de luz que permiten la agudeza visual a través del enfoque.
Por otro lado, las líneas de la retina, que se encuentran en la capa más interna del ojo, son las encargadas de convertir los rayos de luz que reciben en señales eléctricas que se envían al cerebro a través del nervio óptico. La retina es nuestra principal área de interés aquí.
¿Cómo se ve afectada la retina del ojo por la degeneración progresiva de la retina?
La retina es la parte más importante del ojo del gato, ya que recibe los rayos de luz que son captados y posteriormente enfocados por el resto del ojo. Después, la retina convierte los rayos de luz en una señal eléctrica nerviosa que el cerebro del gato puede interpretar visualmente.
Para que funcione de forma óptima, la retina está formada por una gran cantidad de fotorreceptores conocidos como conos y bastones. Se trata de las mismas subestructuras que permiten a tu gato ver en la oscuridad y percibir diferentes colores.
Ahora bien, aquí es donde la cosa se pone interesante. Normalmente, los fotorreceptores del lóbulo ocular de un gato se desarrollan desde el nacimiento hasta que el gatito tiene aproximadamente ocho semanas de edad. Sin embargo, a medida que el gato crece, entre los 12 y los 16 meses de edad, estos receptores pueden degenerarse y, por lo tanto, dar lugar a la PRA-Rdy (por sus siglas en inglés) o degeneración progresiva de conos y bastones. Por lo general, comienza con signos sutiles de ceguera nocturna antes de deteriorarse aún más hasta la ceguera total después de unos años.
Signos tempranos de atrofia progresiva de la retina en gatos
Normalmente, la atrofia retinal progresiva no causa dolor. De hecho, es difícil detectar si un gato la padece solo con observarlo. No aparecen las señales típicas de un problema ocular: nada de lagrimeo, enrojecimiento ni ojos entrecerrados.
En cambio, debes estar atento a cambios inesperados en su comportamiento. Por ejemplo, puede comenzar a evitar escaleras o negarse a entrar en pasillos con poca luz.
Uno de los signos más evidentes de ceguera nocturna progresiva es el cambio de actitud después del atardecer. Tu gato preferirá quedarse quieto, buscando seguridad en su cama o caja, en lugar de salir a explorar como de costumbre.
Conforme avanza la enfermedad, las pupilas pueden dilatarse de forma inusual y reflejar la luz de manera extraña desde el fondo del ojo. Más adelante, el cristalino empieza a volverse opaco, hasta que la visión desaparece por completo.
¿Se puede diagnosticar la atrofia retinal progresiva en gatos?
Según la variante de atrofia retinal progresiva que esté afectando a tu gato, una revisión oftálmica básica realizada por el veterinario puede ser suficiente para detectarla. Si no es así, se recurre a un procedimiento más avanzado, como la electroretinografía, que permite descartar esta condición con mayor precisión.
Tratamiento de la atrofia progresiva de retina en gatos
Lamentablemente, no existe tratamiento ni cura para la atrofia retinal progresiva en gatos. Tampoco hay forma de frenar su avance una vez que comienza. Aun así, muchas razas —en especial los bengalíes— se adaptan sorprendentemente bien a este tipo de ceguera progresiva.
Gracias a su excelente memoria, continúan comportándose con normalidad dentro de su entorno habitual. La pérdida de visión se vuelve más evidente solo si cambias de casa o reacomodas los muebles.
Para cerrar, hasta ahora no hay manera de evitar la aparición de esta condición, ya que se considera un trastorno genético. Por eso, si un gato presenta síntomas de atrofia retinal progresiva, es importante que ni sus padres ni sus hermanos sean utilizados para reproducción. Lo recomendable es esterilizarlos para evitar que esta enfermedad se transmita a futuras camadas.
Acerca del autor:
Erick Dimalanta es el fundador de blindbengal, un blog sencillo con todo tipo de información, reseñas y consejos sobre felinos. También documenta las aventuras de Xena, su gata bengalí ciega, y su hermana bengalí Gabbi.