Rabia en gatos: causas, síntomas y pronóstico

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Artículo sobre la rabia en los gatos

La COVID-19 despertó una mayor conciencia sobre las enfermedades infecciosas, pero la rabia lleva miles de años entre nosotros.

Sigue siendo una de las enfermedades virales más temidas del planeta por dos razones muy claras.

La primera: no se limita a una especie. Afecta a cualquier animal de sangre caliente, también a las personas, lo que la convierte en la zoonosis más relevante que existe.

La segunda: es mortal. Una vez que el animal —o tú— presenta síntomas, ya no hay forma de revertir el daño.

La rabia está presente en más de 100 países y se extiende por la mayoría del mundo, incluyendo América, Asia, África y ciertas regiones de Europa. Cada año, unas 60,000 personas mueren a causa de esta enfermedad.

El virus suele mantenerse en reservorios silvestres —como perros salvajes, zorros, lobos y murciélagos— y ocasionalmente se transmite a mascotas, tanto perros como gatos.

El tipo de animal silvestre que actúa como reservorio varía según la zona.
Por ejemplo, en Estados Unidos, los mapaches y las mofetas son portadores habituales.

Algunos países han logrado erradicar la rabia. Entre ellos están el Reino Unido, Irlanda, Australia, Nueva Zelanda, Islandia y Japón, además de la Antártida, ciertas islas del Pacífico y algunas regiones escandinavas. En estos lugares se aplican controles estrictos para evitar la entrada del virus a través de animales importados, protegiendo tanto a la fauna local como a las mascotas.

Existen distintas variantes del virus. Los gatos no son tan vulnerables a la cepa canina, pero podrían verse más afectados por otras versiones que circulan entre animales silvestres.

¿Cómo se contagian los gatos de la rabia?

La rabia se transmite a través de la saliva. Un gato puede contagiarse si otro, ya infectado, lo muerde durante una pelea.

El proceso de infección por el virus de la rabia sigue una secuencia clara.

  • Todo comienza cuando un gato es mordido por otro animal que lleva el virus en la saliva. Como bien sabes, las peleas entre gatos suelen terminar en mordidas.
    Esa herida se convierte en el punto de entrada del virus.
  • Desde ahí, el virus empieza a multiplicarse en la zona de la mordida y, al mismo tiempo, avanza a través de los nervios hasta llegar a la médula espinal, y de ahí sube al sistema nervioso central, incluyendo el cerebro.
  • Una vez en el cerebro, sigue replicándose, y parte del virus desciende por otros nervios hasta alcanzar la glándula salival parótida. A partir de ese momento, la saliva del gato queda cargada de partículas virales.
  • El virus provoca alteraciones físicas en el cerebro que modifican el comportamiento: el gato se vuelve agresivo, tanto con otros animales como con las personas.
  • Como parte de esa agresividad, lo más probable es que muerda, y al hacerlo, transmite el virus a su próxima víctima.
  • Un detalle que complica aún más la rabia en gatos es este: el virus ya está presente en la saliva entre uno y cinco días antes de que el animal muestre cualquier señal de enfermedad.

Es decir, podrías ser mordido por un gato que parece completamente sano, sin saber que lleva la rabia.

Síntomas de la rabia en los gatos

La rabia en gatos puede manifestarse de dos formas generales: la variante “furiosa” y la “paralítica”. Ambas comparten una fase inicial, conocida como etapa “prodrómica”.

En esta primera etapa, el gato pierde el apetito, muestra comportamientos inusuales, está irritable o muy nervioso, y en algunos casos lame de forma insistente la zona donde fue mordido. También puede presentar fiebre.

  • Lo más habitual es que después de la fase prodrómica aparezca la etapa furiosa, que en gatos equivale a lo que suele llamarse el “perro rabioso”. En esta fase, el comportamiento se vuelve extremo: agresividad intensa y conductas extrañas, como atacar objetos sin motivo aparente. También pueden presentarse otros signos neurológicos: desorientación, temblores, convulsiones y falta de coordinación.
  • La segunda forma de rabia es la llamada variante “paralítica”. Aunque en perros suele aparecer por sí sola, en gatos lo más común es que se manifieste después de la etapa furiosa, como una fase final que surge entre dos y cuatro días más tarde. Aquí, los signos neurológicos pasan de ser activos a pasivos: comienza la parálisis. El gato babea en exceso y no puede tragar, las mucosas se congestionan y aparecen otros síntomas relacionados con la pérdida progresiva del control muscular. La enfermedad avanza rápidamente y, al paralizarse los músculos respiratorios, provoca la muerte en pocos días.

Diagnóstico de la rabia en los gatos

Si tu gato presenta alguno de los signos mencionados, es fundamental que lo lleves de inmediato al veterinario para una evaluación completa.

No existe una forma definitiva de confirmar la rabia en un animal vivo. El diagnóstico se basa en la combinación de antecedentes —como no estar vacunado— y los síntomas observados. Cuando hay una alta sospecha, se procede a la eutanasia.

Luego de eso, es necesario realizar una autopsia y analizar una muestra del tejido cerebral mediante alguno de los siguientes métodos:

  • La prueba de anticuerpos fluorescentes directos (DFA, por sus siglas en inglés), también conocida como prueba de anticuerpos fluorescentes, utiliza anticuerpos que brillan bajo luz ultravioleta. Si estos se adhieren al tejido cerebral, confirman la presencia del virus de la rabia. Este es el método de diagnóstico más utilizado a nivel mundial.
  • La prueba inmunohistoquímica rápida directa (dRIT) es una técnica más reciente, pensada para aplicarse en campo, especialmente en regiones donde los laboratorios no cuentan con infraestructura avanzada.
  • También existen métodos más antiguos y hoy en día poco utilizados, como el análisis histopatológico del cerebro o la inoculación directa en ratones vivos con tejido del gato, observando si los animales desarrollan síntomas de rabia.

Tratamiento de la rabia en los gatos

La rabia no tiene tratamiento: cuando se sospecha fuertemente de la enfermedad, se recomienda la eutanasia por dos razones. Primero, cuando un gato tiene rabia, la muerte será dolorosa e inevitable, por lo que la eutanasia es la única opción humana.

En segundo lugar, un gato con rabia representa un riesgo serio para la salud humana. Por seguridad, la eutanasia se vuelve necesaria y, en algunos casos, puede ser ordenada por autoridades de control sanitario como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés).

Conclusión

Todos los gatos en áreas donde hay rabia deben ser vacunados regularmente para protegerlos contra esta terrible enfermedad que destruye la vida.

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Dr. Pete Wedderburn, DVM

El Dr. Pete Wedderburn se graduó como veterinario en Edimburgo en 1985 y ha dirigido su propio consultorio de cuatro veterinarios con animales de compañía en el condado de Wicklow, Irlanda, desde 1991. Pete es muy conocido como un veterinario de los medios con apariciones regulares en la televisión, la radio y los periódicos nacionales, incluidos una columna semanal en el Daily Telegraph desde 2007. Pete es conocido como "Pete el veterinario" en sus ocupadas páginas de Facebook, Instagram y Twitter, y publica periódicamente información sobre temas de actualidad y casos de la vida real de su clínica. También escribe un blog habitual en www.petethevet.com. Su último libro: “Pet Subjects”, fue publicado por Aurum Press en 2017.