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“Ojo de cereza” es el término coloquial que se utiliza para describir un problema ocular poco frecuente en los gatos que se denomina correctamente “prolapso de la glándula del tercer párpado” o “prolapso de la glándula de la membrana nictitante”. Este artículo explicará los detalles del ojo de cereza en los gatos y facilitará a los cuidadores de mascotas la comprensión de cómo ayudar a los gatos que sufren esta afección.
¿Qué es el ojo de cereza?
Para entender el ojo de cereza, es necesario conocer la anatomía del ojo de los gatos. Mientras que los humanos solo tienen dos párpados (superior e inferior), los gatos tienen un tercer párpado, conocido como membrana nictitante.
Este tercer párpado se encuentra en el ángulo interno del ojo y normalmente está oculto a la vista. Cuando un gato parpadea, este tercer párpado se desplaza por la superficie del ojo de un lado a otro, limpiando la superficie del ojo. Esto sucede cuando los párpados superior e inferior están cerrados, por lo que es difícil ver.
El tercer párpado tiene tres partes:
- Un trozo de cartílago en forma de T.
- Está cubierto por una película similar a un guante de tejido conjuntival, la membrana carnosa de color rosa que recubre el ojo.
- En la base del cartílago del tercer párpado hay una pequeña glándula que produce lágrimas. Esta glándula produce alrededor de un tercio de las secreciones acuosas que forman las lágrimas de un gato, por lo que es una parte importante del sistema que mantiene los ojos húmedos y bien lubricados.
En el caso del ojo de cereza, las estructuras de soporte que mantienen en su lugar a esta glándula lagrimal dejan de funcionar y la glándula se “salta” de su posición normal, de modo que aparece como una pequeña masa roja ovalada o esférica en la esquina interna del ojo. Se parece a una cereza pequeña, por lo que la afección se conoce como “ojo de cereza”.
Causas del ojo de cereza en los gatos
El ojo de cereza es poco frecuente en los gatos, mientras que es mucho más común en los perros. No se sabe qué causa el ojo de cereza, aunque puede haber un elemento genético. Se observa con más frecuencia en los gatos birmanos y se ha informado de su presencia en los persas, así como en los gatos domésticos de pelo corto.
La causa genética está respaldada por evidencia del mundo canino, donde el problema es más común en razas de perros específicas como shih tzus, lhasa apsos, boston terriers, bulldogs ingleses, cocker spaniels, beagles y bloodhounds.
En los gatos, el ojo de cereza se observa con mayor frecuencia en gatitos y gatos adultos jóvenes (menos de seis años de edad), aunque puede observarse en gatos de cualquier edad.
Signos del ojo de cereza en los gatos

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Los gatos afectados presentan una masa roja evidente que sobresale del ángulo interno de uno o ambos ojos. No siempre hay otros síntomas, aunque a veces la inflamación, la irritación y la infección de la glándula prolapsada pueden hacer que la hinchazón se haga aún más grande. Esto provoca molestias y secreción en el ángulo interno del ojo.
Diagnóstico
Puedes identificar esta condición por el aspecto inusual del ojo: es una señal clara de que algo no anda bien. Si notas esto en tu gato, llévalo al veterinario para una revisión ocular completa. Revisará tanto los ojos como las estructuras que los rodean, prestando atención a cada detalle.
Una vez hecho el examen, confirmará lo que ocurre y determinará si hay otros problemas relacionados. Es posible que te sugiera acudir con un oftalmólogo veterinario, ya que el tratamiento requiere técnicas específicas.
Tratamiento

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Existen distintos tratamientos, aunque generalmente se siguen tres enfoques principales, todos quirúrgicos.
- El más recomendado es la llamada “técnica del bolsillo” (también conocida como “técnica de Morgan”), en la que se crea un pequeño bolsillo en el tejido del ángulo interno del ojo. Allí se coloca la glándula prolapsada y luego se cierra con suturas.
- Otra opción es la “técnica de anclaje”, donde la glándula se reposiciona cerca de su ubicación original y se fija con puntos para mantenerla en su lugar.
- El tercer procedimiento consiste en extraer directamente la glándula afectada. Aunque es más rápido y sencillo—y por eso suele ser más económico—, tiene una desventaja importante: al retirar esa glándula, la producción de lágrimas disminuye notablemente, lo que vuelve al gato vulnerable al ojo seco (queratoconjuntivitis seca o KCS), una afección crónica que requiere tratamiento continuo con gotas u otros medicamentos para conservar la salud ocular. Los gatos con ojo seco suelen desarrollar infecciones, lo que puede generar más complicaciones.
Después de la cirugía, es posible que se coloquen puntos y se recomiende el uso de un collar isabelino para evitar que el gato se rasque y los retire.