Nunca es agradable ver (ni oír) a tu gato vomitar comida no digerida. Suena desagradable y no hay nada agradable en pisar un montón de croquetas húmedas recién dejadas. En este artículo, aprenderás las diferencias entre vómitos y regurgitaciones, las causas de ambos en los gatos, el tratamiento y la prevención, y algunas preguntas frecuentes.
Vómitos o regurgitación: ¿qué estoy viendo?
Antes de analizar qué hacer si tu gato vomita comida no digerida, es importante conocer primero la diferencia entre los dos tipos de vómito. ¿Ves vómitos o regurgitaciones?
Vómitos
Vomitar significa expulsar lo que hay en el estómago y en la parte inicial del intestino delgado. El vómito suele contener algo de comida ya digerida, al menos en parte. También aparece con frecuencia la bilis, un líquido amarillento o verdoso que participa en la digestión intestinal.
Cuando un gato vomita, lo hace de forma bastante notoria. Se muestra inquieto, nervioso, a veces se lame los labios, y luego se agacha cerca del suelo. El abdomen comienza a moverse con fuerza hacia dentro y hacia fuera, algo muy evidente en los gatos, ya que puede parecer una serie de espasmos que recorren todo el cuerpo antes de que arcadas y contracciones expulsen el contenido gástrico. Algunos incluso maúllan o emiten sonidos extraños justo antes de vomitar.
Este episodio puede darse poco después de comer o incluso un par de horas más tarde.
Regurgitación
La regurgitación es un poco diferente del vómito y, por lo general, menos dramática. En realidad, solo implica la expulsión de alimentos de la boca, la faringe (zona de la garganta) y el esófago. La regurgitación, que siempre se produce poco después de comer, implica una expulsión más pasiva de alimentos que parecen muy poco digeridos, aunque posiblemente estén cubiertos con un poco de mucosidad.
En comparación con los espasmos y el dramatismo del vómito, la regurgitación suele ir acompañada de una pequeña tos o arcadas, pero por lo demás parece como si la comida simplemente se hubiera salido. El bolo alimenticio expulsado suele tener forma cilíndrica o tubular.
En general, si ves que tu gato vomita comida no digerida, en realidad está regurgitando, no vomitando.
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¿Cuáles son las posibles causas de que mi gato vomite comida no digerida?
Si tu gato regurgita comida sin digerir, hay varias razones que podrían estar detrás. Algunas de las más comunes son:
- Come de más: Si se excede con la cantidad, su estómago no alcanza a contener todo y el exceso queda en el esófago, de donde termina saliendo.
- Come demasiado rápido: Al tragar con prisa, también ingiere aire. Esa acumulación de aire en el estómago y el esófago provoca que la comida vuelva.
- Está estresado: El miedo o la tensión, sobre todo si hay competencia por comida con otros animales en casa, suelen provocar que coma con desesperación.
- Toma demasiada agua: Beber mucho antes o después de comer reduce el espacio disponible en el estómago para la comida.
- Tiene inflamación en el esófago: La esofagitis impide el movimiento natural que empuja la comida hacia el estómago, lo que causa espasmos. Curiosamente, el ácido que sube con el vómito repetido puede irritar el esófago y causar regurgitación.
- Problemas congénitos en el esófago: Algunos gatos nacen con trastornos en la movilidad del esófago que facilitan la regurgitación. El más grave es el megaesófago, donde el esófago se dilata y sus músculos pierden funcionalidad.
- Otras enfermedades adquiridas del esófago: También existen causas médicas que afectan esta zona, como traumatismos, úlceras o trastornos metabólicos y hormonales. El megaesófago puede aparecer como consecuencia de otros problemas, como una obstrucción, un objeto extraño, un tumor o enfermedades neurológicas que afectan los músculos.
¿Cuándo llamar al veterinario?
Por suerte, existen remedios sencillos que puedes aplicar en casa para tratar muchas de las causas más comunes de la regurgitación. Esto es especialmente útil cuando el problema se debe a la forma en que tu gato come, al estrés o a la ansiedad.
En general, si la regurgitación ocurre más de dos o tres veces al mes y estas medidas no funcionan, podría haber una causa médica de fondo. En ese caso, lo mejor es llevarlo al veterinario para una revisión.
Tratamiento de la regurgitación en gatos

Cuando se realizan cambios en casa y tu gato sigue vomitando con frecuencia comida no digerida, es hora de visitar al veterinario.
Si no tienes claro si tu gato está vomitando o regurgitando, lo mejor es empezar con una revisión veterinaria. Existen muchas causas médicas detrás de ambos comportamientos, y es importante descartarlas antes de pensar que se trata solo de un problema de conducta. Comenta con el veterinario lo que has observado y definan juntos el camino a seguir.
Si la regurgitación es frecuente, el veterinario puede optar por hacer una radiografía para verificar si hay signos de megaesófago o la presencia de algún objeto extraño. El megaesófago no tiene cura, pero puede controlarse dependiendo de su origen.
Cuando la regurgitación se debe a una obstrucción, un tumor, un cuerpo extraño o una inflamación crónica, puede ser necesario introducir un endoscopio bajo anestesia para observar directamente el problema. Algunos objetos o masas pequeñas se pueden extraer con el mismo equipo; si son más grandes, se requerirá cirugía.
En casos de inflamación o úlceras persistentes en el esófago, el tratamiento suele incluir medicamentos que reducen la acidez del estómago y protegen los tejidos, lo que favorece su recuperación.
Cuidados en casa para la regurgitación
Si ya confirmaste que se trata de regurgitación y tu gato está expulsando comida sin digerir por un tema de comportamiento, aquí tienes algunas estrategias que puedes aplicar en casa para ayudarlo:
- Haz que coma más despacio. Una forma sencilla es esparcir la comida por el borde del plato para que no pueda tragarla de golpe. También puedes usar platos interactivos o comederos con obstáculos; ambos han demostrado reducir la regurgitación.
- Ofrece porciones pequeñas con más frecuencia. Divide la ración diaria en tres o cuatro comidas. Si no puedes estar presente, un comedero automático es ideal para programar horarios y controlar las cantidades.
- Activa su instinto cazador. A los gatos les encanta buscar comida. Puedes esconder pequeñas porciones por la casa para que las encuentre, lo cual es una forma divertida y estimulante de alimentarse. Otra opción es tomar un tubo de cartón (como los de papel higiénico), tapar ambos extremos con cinta, hacerle un pequeño agujero y meterle croquetas. Tu gato pasará un buen rato manipulándolo para sacar la comida.
- Dale un espacio tranquilo para comer. Si hay más animales en casa y hay competencia por la comida, asegúrate de que tenga un lugar apartado y sin interrupciones. Esto ayuda a que deje de comer con ansiedad.
- Mantén horarios y alimento constantes. Cambiar el tipo de comida con frecuencia o darla en distintos momentos del día suele provocar malestar estomacal. Los comederos automáticos también son útiles para mantener una rutina si no estás en casa. Cuando vayas a cambiar de dieta, hazlo de forma gradual en un periodo de una a dos semanas, para que su sistema digestivo se adapte sin problemas.
Prevención de la regurgitación en gatos

Ofrecerle a tu gato una rutina y un entorno adecuados para comer, que le permitan disfrutar realmente de su alimento, es una excelente forma de prevenir la regurgitación desde el principio.
Algunas de las estrategias caseras no solo ayudan a tratar la regurgitación ocasional, sino que también la previenen cuando se trata de causas simples:
- Disminuye el estrés ofreciéndole un lugar tranquilo y seguro donde pueda comer sin interrupciones.
- Divide su ración diaria en comidas pequeñas y frecuentes; esto facilita la digestión y lo mantiene satisfecho.
- Haz que coma más lento esparciendo la comida por el borde del plato o utilizando un comedero interactivo o tipo laberinto.
Reflexiones finales
La regurgitación es cuando tu gato expulsa comida sin digerir. Es algo común en los felinos, pero debe ocurrir solo de forma ocasional. En esos casos, algunos remedios caseros pueden ayudar a disminuir su frecuencia. Si sucede más de un par de veces al mes, es necesario que un veterinario lo evalúe para descartar alguna enfermedad.
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