
Aunque el vómito y la regurgitación pueden parecer lo mismo sobre la alfombra, en realidad son procesos distintos, con orígenes y formas de abordarlos diferentes. Kristi Blokhin / Shutterstock
Quienes conviven con gatos desde hace tiempo saben que el desayuno felino a veces termina en la alfombra. Aunque a simple vista pueden parecer lo mismo, el vómito y la regurgitación son dos cosas distintas, con causas y formas de tratarlo muy diferentes. Aquí aprenderás a distinguirlos, entender por qué tu gato regurgita y qué hacer para aliviarlo.
Causas de regurgitación en gatos

La regurgitación puede ocurrir porque los gatos comen demasiado rápido. Esto puede suceder cuando los gatos comen juntos, ya que pueden sentir una sensación de competencia. Marian Weyo / Shutterstock
La regurgitación ocasional es muy común en los gatos y rara vez es motivo de preocupación , especialmente si tienen el hábito de comer demasiado rápido o demasiado de una vez. Esto suele suceder cuando los gatos comen juntos, ya que crea competencia: sienten que necesitan comer la mayor cantidad de comida posible antes de que alguien más se la lleve. Si los gatos engullen su comida sin masticar, tienden a tomar mucho aire al mismo tiempo, lo que llena el estómago. La comida que queda en el esófago generalmente se regurgita inmediatamente después de comer. Beber una gran cantidad de agua antes o después de comer puede tener el mismo efecto.
La regurgitación frecuente, en particular junto con otros síntomas, puede ser una señal de que algo no va bien. Suele tratarse de un problema en el esófago , el conducto que lleva la comida desde la boca del gato hasta el estómago.
Existen varias condiciones de salud comunes que pueden causar regurgitación en los gatos.
Esofagitis
La esofagitis, o inflamación del esófago, es una de las causas más frecuentes de regurgitación. Diversos factores pueden irritar esa zona: medicamentos, virus, reflujo ácido, anestesia, cáncer o la ingestión de sustancias agresivas. Incluso un episodio reciente de vómito puede inflamar el esófago debido a la acidez del contenido estomacal.
Aunque la regurgitación es un síntoma típico en estos casos, suelen aparecer otras señales, como:
- Babeo
- Dificultad para tragar
- Falta de apetito
- Cansancio o desgano
- Postura con el cuello y la cabeza estirados hacia adelante
Si se confirma el diagnóstico de esofagitis, el veterinario puede indicar un antiácido y algo para aliviar el dolor. En situaciones graves, se recurre a una sonda directamente al estómago para que el esófago descanse y sane, aunque no es lo habitual.
Trastornos de la motilidad
Existen varios trastornos que afectan el movimiento del esófago, conocidos como trastornos de motilidad. Estos suelen derivar en una condición llamada megaesófago, en la que el esófago se dilata y pierde la capacidad de llevar el alimento al estómago, lo que provoca regurgitación. Aunque no son tan comunes como la esofagitis, suelen presentarse junto con otros síntomas como dificultad para tragar, pérdida de peso, mal estado general o problemas respiratorios.
Algunos problemas de motilidad que pueden causar regurgitación son:
- Miastenia grave
- Disautonomía felina
- Megaesófago idiopático
- Ciertos tóxicos, como el plomo o los organofosforados
Algunos gatitos nacen con un trastorno de motilidad, mientras que otros lo desarrollan más adelante. El tratamiento suele combinar medicamentos con cuidados específicos en casa.
Estenosis esofágicas
Una estenosis esofágica es un estrechamiento del esófago. Lo más común es que aparezca después de una anestesia, ya que el contenido del estómago puede subir al esófago cuando el músculo esfínter que los separa se encuentra relajado. El ácido y las enzimas gástricas dañan la pared interna del esófago, lo que genera tejido cicatricial que reduce su diámetro. Este tipo de complicación suele presentarse entre una y seis semanas después de la anestesia.
También puede desarrollarse por esofagitis crónica, traumatismos provocados por cuerpos extraños o la ingestión de sustancias corrosivas.
Detectar una estenosis puede ser complicado y, en muchos casos, se requiere una fluoroscopía o una endoscopía para obtener el diagnóstico. Algunas pueden tratarse durante la misma endoscopía, mediante un catéter con balón que se infla para dilatar la zona afectada.
Objetos extraños atascados en el esófago
Aunque los gatos no son tan conocidos por tragar objetos como los perros, también lo hacen. Huesos, hilos, anzuelos y bolas de pelo son algunos de los elementos que pueden quedar atorados en el esófago. Cuando esto ocurre, los síntomas suelen aparecer de forma repentina e incluyen:
- Salivación excesiva
- Arcadas
- Náuseas sin vómito
- Dificultad para tragar
- Regurgitación
- Manotazos en la boca o el cuello
En estos casos, es fundamental actuar con rapidez. El objeto debe extraerse lo antes posible, ya sea mediante endoscopía o cirugía.
Regurgitación en gatitos jóvenes
Aunque en muchos casos la regurgitación es algo normal, como veterinario me preocupa mucho cuando la veo repetirse con frecuencia en un gatito. Esto se debe a que puede indicar diversos trastornos congénitos —es decir, problemas con los que nacen— que afectan la anatomía del esófago, del sistema digestivo o del corazón, así como el funcionamiento general del organismo.
Además, la regurgitación frecuente en animales jóvenes aumenta el riesgo de que aspiren el alimento, lo que puede causar neumonía por aspiración, una condición que pone en peligro la vida. Por eso, los gatitos y gatos jóvenes que regurgitan seguido deben ser revisados cuanto antes por un veterinario, sobre todo si muestran otros síntomas de malestar. Un diagnóstico y tratamiento tempranos marcan la diferencia.
Regurgitación o vómitos en gatos
El vómito es un proceso activo en el que el estómago se contrae para expulsar su contenido. Cuando un gato está a punto de vomitar, suele mostrarse inquieto y puede empezar a babear, lamerse los labios o tragar. Luego, el abdomen se contrae con fuerza (a menudo acompañado de un sonido característico de quejido o arcadas) y la comida, líquido o espuma salen rápidamente por la boca.
En cambio, cuando un gato regurgita, la comida sube por el esófago de forma pasiva, sin que el estómago se contraiga. No hay señales previas de náuseas, ni movimientos abdominales intensos ni ruidos fuertes. Por eso, comparado con el vómito, la regurgitación es mucho más discreta—lo primero que notarás será el charco en el suelo.
La regurgitación suele ocurrir poco después de que el gato ha comido, antes de que la comida llegue al estómago. Por eso, el alimento aparece sin digerir, aunque a veces puede venir mezclado con saliva o moco. Mientras que el vómito suele causar incomodidad o estrés, lo más probable es que tu gato ni se inmute cuando regurgita.
¿Cuándo llamar al veterinario?

Aunque la regurgitación no siempre es motivo de alarma, es recomendable llevar a tu gato al veterinario si tienes alguna inquietud. Friends Stock / Shutterstock
Si tu gato regurgita la comida solo de vez en cuando y no presenta otros síntomas, es probable que no tengas de qué preocuparte. Tal vez debas buscar formas de animarlo a que baje el ritmo. Sin embargo, si tu gato regurgita la comida o el agua con frecuencia, es hora de visitar a tu veterinario. Esto se aplica especialmente si muestra otros signos de malestar, como:
- Dificultad para tragar
- Falta de apetito
- Babeo (hipersalivación)
- Letargo
- Pérdida de peso o falta de aumento de peso
- Molestias alrededor de la cabeza o el cuello
- Problemas respiratorios
Si no estás seguro de si tu gato está regurgitando o vomitando, puede ser útil grabar un video para mostrárselo al veterinario. Es posible que te preocupe que a tu veterinario no le entusiasme un video de tu gato vomitando su comida. Pero como veterinaria, considero que los videos son una de las pistas más útiles para tratar de averiguar qué les sucede a mis pacientes, ¡incluso si piensas que son un poco desagradables!
Diagnóstico de la regurgitación
Si necesitas llevar a tu gato al veterinario por regurgitación, lo primero que harán será escucharte con atención para entender lo que has observado en casa. Luego, realizarán un examen completo de tu gato, de la nariz a la cola. No obstante, la mayoría de los casos están relacionados con algún problema en el esófago.
El esófago es una zona difícil de evaluar desde el exterior, por lo que puede resultar complicado investigarla. Por eso, muchas veces tu veterinario te recomendará comenzar con tratamientos o cuidados en casa.
Cuando el problema es más grave o persistente, será necesario examinar directamente el interior del esófago, generalmente mediante una endoscopía. Este procedimiento consiste en introducir un tubo flexible con una cámara por la garganta hasta el esófago y el estómago, lo que permite visualizar el tracto gastrointestinal superior y, si es necesario, tomar muestras para biopsia.
En casos donde se sospechen trastornos de motilidad, también podrían sugerir un estudio de deglución, que utiliza un tinte especial para observar, a través de radiografías, cómo se mueve el alimento por el sistema digestivo.
Tratamiento de la regurgitación en gatos
La mayoría de los gatos regurgitan de vez en cuando, generalmente porque comen demasiado rápido, en exceso o beben mucho de golpe. Si no ocurre con frecuencia y tu gato se muestra saludable, suele considerarse normal y no requiere un tratamiento específico. De todos modos, siempre es mejor consultar con el veterinario ante cualquier duda.
Cuando la regurgitación es síntoma de un problema de fondo, tu gato probablemente necesitará medicamentos (como en casos de esofagitis o trastornos de motilidad) o algún procedimiento (por ejemplo, para un cuerpo extraño o una estenosis esofágica). Los medicamentos más comunes incluyen antiácidos, analgésicos y, en ocasiones, antibióticos. El veterinario te entregará un plan de tratamiento completo tras evaluar a tu gato.
Aun así, el manejo en casa es fundamental para controlar la regurgitación, ya sea que haya un problema médico o no.
Prevención de la regurgitación en gatos: consejos para el cuidado en casa

Los comederos lentos pueden ayudar a los gatos a comer más despacio (lo que reduce la regurgitación) y, al mismo tiempo, proporcionan un excelente enriquecimiento mental. Veera / Shutterstock
Hay muchas cosas que puedes hacer en casa para evitar o disminuir la regurgitación en tu gato, desde qué come hasta cómo lo hace. Como la regurgitación suele estar relacionada con comer rápido o en exceso, gran parte de estos consejos se enfocan en ayudar a tu gato a comer más despacio.
- Ofrece raciones pequeñas y frecuente – Si tu gato tiende a comer demasiado, es mejor darle porciones pequeñas varias veces al día. Los comederos automáticos con temporizador son útiles si no estás en casa todo el día.
- Evalúa cambiar la dieta – La comida húmeda y las dietas bajas en grasas y fibras suelen ser más fáciles de digerir. Si tu gato prefiere croquetas, elige un tamaño pequeño y prueba remojarlas en agua tibia. Eso sí, haz cualquier cambio en su alimentación de forma gradual, durante al menos una semana.
- Eleva los platos de comida y agua – Colocar los recipientes a una altura adecuada permite que la gravedad facilite el paso del alimento y líquido por el esófago, reduciendo la posibilidad de que regresen.
- Alimenta a tu gato por separado – Cuando los gatos comen juntos, puede generarse competencia, lo que los lleva a comer rápido. Darles su comida por separado ayuda a que se tomen su tiempo sin miedo a que otro les quite el alimento.
- Usa platos diseñados para comer despacio – Estos comederos están hechos para que tu gato reduzca la velocidad al comer y, además, representan una buena forma de enriquecimiento. Son ideales para gatos que devoran su comida, aunque algunos pueden tragar más aire al usarlos, lo que podría aumentar la regurgitación. Por eso, observa qué le funciona mejor a tu gato.
La mejor forma de reducir la regurgitación dependerá de la causa que la origine. Cada gato es único, al igual que sus hábitos alimenticios, por lo que muchas veces habrá que probar diferentes opciones hasta encontrar la que mejor le funcione.