Los gatos entienden mucho más de lo que imaginamos, y sus comportamientos suelen ser más calculados e intencionales de lo que pensamos. Un ejemplo divertido de cómo pueden sorprendernos es la manera ingeniosa en que buscan nuestra atención.
Los dueños de gatos esperan que sus gatos maúllen y maúllen cuando necesitan afecto, y frotarse contra sus piernas, saltar a su regazo e incluso morder casualmente sus rodillas son formas comunes de los gatos de obtener de manera no tan sutil lo que quieren.
Sin embargo, algunos inteligentes gatos llevan la búsqueda de atención a un nivel completamente distino. Gracias a la evidencia anecdótica, la naturaleza viral del Internet y un pequeño estudio científico, tenemos pruebas de que los gatos a veces fingen lesiones y enfermedades.
Llamémoslo inteligencia o manipulación, pero no podemos negar que una cojera falsa es una forma genial de llamar la atención y la simpatía de alguien.
El testimonio de Edward
Un video viral de TikTok en el que aparece un gato atigrado llamado Edward es una prueba irrefutable de que los gatos son unos genios tramposos. En el video, se ve al pobre Edward acariciando su pata izquierda como si estuviera herida. Pero cuando el dueño de Edward viene a verlo, se sale de su papel.
Después de un breve estiramiento, el astuto Edward parece olvidar qué pata se supone que está herida. Comienza a cojear con su pata derecha y es entonces cuando queda claro que el «pobre» Edward no está herido en absoluto.
Ese divertido video ha sido visto más de 10 millones de veces, y Edward no es el único gato que ha sido captado fingiendo cojear para generar simpatía; es simplemente el más famoso.
Un estudio científico
Si buscas pruebas científicas de que los gatos son capaces de fingir, considera un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Ohio. En su informe, los científicos determinaron que los gatos son capaces de fingir estar enfermos para enviar mensajes específicos a sus cuidadores.
Llegaron a esta conclusión observando el comportamiento de 32 gatos. Dentro de ese grupo, 20 gatos fueron diagnosticados con cistitis intersticial felina, una enfermedad crónica que causa dolor de vejiga con mayor frecuencia en respuesta al estrés.
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Para comenzar el estudio, todos los gatos disfrutaban de entornos estables y rutinas predecibles. Durante este tiempo, los investigadores observaron su salud y comportamiento y reportaron muy pocos “comportamientos de enfermedad” tanto en los gatos sanos como en los que padecían enfermedades crónicas.
No obstante, con el tiempo los investigadores quisieron ver cómo respondía cada grupo de gatos al cambio, por lo que comenzaron a modificar pequeños detalles de las rutinas de los gatos.
Los investigadores esperaban que los gatos enfermos desarrollaran síntomas relacionados con su estrés, pero lo interesante del estudio es que incluso los gatos sanos comenzaron a actuar como si estuvieran “enfermos”. Estos resultados llevaron a los científicos a creer que los gatos sanos copiaron los síntomas de los gatos enfermos para enviar un mensaje de que no estaban contentos con los cambios recientes.
¿Por qué lo hacen?
No hay suficiente evidencia científica para saberlo con seguridad, pero los especialistas en comportamiento animal suponen que los gatos fingen cojear simplemente porque han aprendido que es una forma efectiva de obtener simpatía y atención.
En el caso de la mayoría de los gatos que fingen cojear, es probable que esta conducta esté relacionada con un momento en el que realmente se sintieron mal. Si un gato se lastima o se enferma, su humano favorito responde llenándolo de cariño incluso más que de costumbre. Un gato inteligente entonces establece una conexión entre su lesión y la atención adicional que recibe.
La próxima vez que tengan ganas de abrazos, tal vez recuerden aquella vez que cojearon y cómo reaccionó su humano. Si están decididos y piensan rápido, repetirán esa cojera con la esperanza de obtener la misma reacción.
Al preocuparnos por nuestros gatos y demostrarles mayor afecto cuando cojean mucho, esencialmente los entrenamos para que actúen como si estuvieran enfermos y heridos.
Los gatos tienen una memoria impresionante, especialmente cuando asocian eventos pasados a emociones fuertes. Podrías pensar que el dolor debería ser la emoción más fuerte que tu gato relaciona con una lesión, pero no subestimes el poder de un buen rascado en la cabeza o un momento de tranquilidad dedicado a acurrucarse juntos.
Si a tu gato le gustaban ciertos aspectos de sentirse herido o enfermo, es posible que quiera repetir la experiencia.
Si tu gato cojea, no debes asumir automáticamente que es fingido. Es tu deber asegurarte de que no esté realmente herido. La mayoría de los gatos heridos reaccionarán de forma agresiva si intentas tocarles la parte del cuerpo lastimada. También pueden actuar con letargo, esconderse más de lo habitual, perder el apetito o dejar de hacer actividades que suelen disfrutar.
Si tu gato muestra alguno de estos síntomas, lo mejor es programar una cita con el veterinario para descartar una lesión, artritis o algo que no esté bien en las almohadillas de sus patas, como una espina clavada. Pero si tu astuto gatito se comporta de manera saludable, muestra otros comportamientos que buscan llamar la atención o decide cambiar de pata, es posible que simplemente sea un impostor.