Una fractura de pelvis en gatos es una lesión grave que provoca dolor y limita el movimiento de las patas traseras. Las fracturas pélvicas representan alrededor del 25 % de las fracturas que se diagnostican en mascotas.
Dado que casi siempre se presentan junto a otras heridas importantes, acudir rápido al veterinario resulta fundamental. Aquí descubrirás las causas de estas fracturas en gatos, cómo reconocer los síntomas, de qué manera se abordan y tratan, un estimado de los costos, y responderemos a las dudas más comunes.
Anatomía de la pelvis

Tres huesos se conectan entre sí para formar la pelvis de un gato: el íleon, el isquion y el pubis.
La pelvis no es un solo hueso, sino un conjunto de tres principales, cada uno compuesto por dos mitades fusionadas. Estos tres huesos se llaman ilion, isquion y pubis. Cada uno tiene dos partes unidas en el centro. El ilion también está fusionado al sacro, que es la última parte de la columna antes de comenzar la cola.
El ilion es el más grande y el que se encuentra más hacia adelante. Si tocas las caderas de tu gato, el hueso más frontal que puedes palpar es la punta del ilion. El isquion está más hacia atrás y forma la parte trasera de las caderas, cerca de la base de la cola.
El pubis es el hueso más inferior. La unión de estos tres huesos en cada lado forma el acetábulo, que es la cavidad donde encaja la cabeza del fémur en la articulación de la cadera. Un cuarto hueso más pequeño, llamado hueso acetabular, completa esta cavidad.
En conjunto, estos huesos forman una estructura similar a una caja. Las funciones principales de la pelvis son:
- Proteger estructuras internas como el colon y la uretra
- Sostener el peso de la parte trasera del cuerpo
- Conectar las extremidades posteriores al cuerpo mediante la articulación esférica del acetábulo
Causas de fracturas pélvicas en gatos
La causa más frecuente de fracturas pélvicas es, casi siempre, un traumatismo por impacto. El más común es el atropello por un automóvil. Los gatos machos no castrados que suelen alejarse mucho de casa corren un riesgo mayor. Esta lesión también puede deberse a una caída desde una gran altura, como un árbol o un balcón, lo que se conoce como «síndrome del gato paracaidista».
Existen otras causas menos comunes, como ciertos trastornos nutricionales y el cáncer. Aunque lo habitual es que afecten a huesos largos, también pueden comprometer la pelvis.
Cuando un gato consume una dieta con un exceso de fósforo, el organismo necesita compensarlo extrayendo calcio del propio cuerpo, ya que ambos minerales deben mantenerse en equilibrio. Si no se aporta suficiente calcio en proporción al fósforo, el cuerpo lo obtendrá de los huesos, debilitándolos.
Los huesos debilitados se vuelven frágiles y pueden fracturarse con facilidad. Este problema puede observarse en gatitos que no reciben una dieta con el balance mineral adecuado para un desarrollo óseo sano. También puede aparecer en gatos adultos alimentados únicamente con carne, ya que esta contiene altos niveles de fósforo y, sin una suplementación apropiada, genera un desequilibrio mineral.
El tipo más común de cáncer óseo en mascotas se llama osteosarcoma. Suele localizarse en el fémur o la tibia de las patas traseras, aunque en algunos casos también puede presentarse en los huesos de la pelvis.
Síntomas de una pelvis rota en los gatos
Los signos de fractura de pelvis que se observan en un gato dependerán de la naturaleza y la gravedad de la lesión. Debido a que la pelvis tiene una estructura similar a una caja, un impacto traumático suele provocar fracturas en más de un lugar. Por este motivo, puede ser habitual que la pelvis se desplace y las partes fracturadas se salgan de su lugar.
Todos los gatos con fracturas pélvicas sentirán mucho dolor, que puede manifestarse como vocalización anormal, sensibilidad o irritabilidad al ser manipulados o por esconderse. La cojera y la dificultad para caminar también son muy comunes. Algunos gatos pueden arrastrar una o ambas patas traseras, especialmente si también se ha producido una lesión en el nervio o en la espalda.
Si hay un desplazamiento significativo de la pelvis que provoca un estrechamiento del canal pélvico por el que pasan el colon y la uretra, pueden aparecer signos como dificultad para orinar y defecar. Por lo general, se produce hinchazón, pero puede ser difícil de apreciar en el área de la pelvis en comparación con una extremidad o un pie. Pueden aparecer hematomas en la piel, pero pueden ser difíciles de ver debajo del pelaje.
Diagnóstico de fracturas pélvicas en gatos
Para evaluar el alcance de una fractura pélvica, el primer paso siempre es un examen físico realizado por un veterinario. Este incluye observar cómo se mueve y se comporta el gato, flexionar y extender las patas traseras, y hacer una revisión rectal para comprobar que el canal pélvico no esté comprometido ni haya sido afectado por el desplazamiento de los huesos.
La precisión del examen puede variar según el nivel de dolor que tenga el gato al momento de la revisión. En muchos casos, es necesario sedarlo, además de administrar analgésicos, para poder hacer una valoración adecuada.
Dado que estas fracturas suelen ser consecuencia de un golpe fuerte, como un atropello o una caída desde gran altura, el gato puede llegar en estado de shock, con dolor intenso y otras lesiones graves que requieren atención inmediata. La estabilización inicial incluye controlar el dolor, administrar líquidos intravenosos para mantener la presión arterial y atender cualquier herida abierta.
Una vez que el gato está más estable, se suelen tomar radiografías para identificar los huesos fracturados y otros efectos del trauma. También puede recurrirse al ultrasonido para detectar lesiones internas o sangrados.
Las radiografías son la herramienta más importante para diagnosticar fracturas pélvicas. Es común que haya más de una fractura, y las imágenes permiten localizar cada una. También ayudan a determinar si hubo desplazamiento de los huesos y en qué grado, lo cual es clave para elegir el tratamiento adecuado.
En algunos casos, se puede recurrir a una tomografía computarizada (CT scan) para obtener imágenes más detalladas. Este estudio se realiza solo en centros especializados, ya que requiere anestesia general. No se utiliza como prueba inicial, pero puede ser útil una vez que el gato está estable, sobre todo si se está planificando una cirugía o se busca evaluar daños adicionales.
Como estas fracturas suelen ser consecuencia de impactos fuertes, puede ser necesario realizar otros estudios si hay sospecha de lesiones internas, como análisis de sangre y medición de la presión arterial.
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Tratamiento de las fracturas pélvicas en gatos

Dependiendo de la ubicación y el grado de las fracturas pélvicas, el gato podría requerir o no cirugía.
La necesidad de cirugía ante una fractura pélvica depende tanto del lugar donde ocurrió la fractura como del grado de desplazamiento de los huesos. Por lo general, los casos que podrían requerir intervención quirúrgica incluyen fracturas en el sacro, fracturas del ilion cerca de la articulación de la cadera, y fracturas en el acetábulo (la cavidad donde encaja la cabeza del fémur). También puede requerirse cirugía si hay una luxación sacroilíaca, es decir, cuando la articulación entre el sacro y la pelvis se ha desplazado o separado.
En un artículo sobre fracturas pélvicas publicado en la revista Canadian Veterinary Journal, el Dr. Greg Harasen señala que la mayoría de los animales con este tipo de lesiones puede recuperarse sin cirugía. No obstante, menciona ciertos criterios más específicos en los que sí sería necesaria:
- Fracturas desplazadas del acetábulo, donde la pata trasera se une a la pelvis
- Reducción del canal pélvico en más de un tercio debido a fragmentos óseos
- Daño neurológico, especialmente si hay dolor nervioso difícil de controlar
- Fracturas múltiples en un solo lado que dejan inestable la articulación de la cadera
- Lesiones adicionales que obligan a apoyar demasiado peso sobre la pelvis fracturada
También indica que si la lesión ocurrió entre siete y diez días antes, lo mejor suele ser optar por un manejo conservador con reposo y restricción del movimiento, ya que el proceso de consolidación ósea ya habría comenzado.
Cuando se recurre a la cirugía, la reparación se realiza con placas, alambres y tornillos, según la localización y cantidad de fracturas. Aunque la curación ósea completa suele tardar entre ocho y doce semanas, la recuperación puede ser algo más rápida en estos casos, ya que los huesos de la pelvis son más pequeños y delgados.
Recuperación y efectos a largo plazo
Muchos gatos intentan ponerse de pie y moverse por sí mismos en menos de una semana. Aun así, es fundamental restringir su actividad física durante al menos cuatro semanas para asegurar que el hueso cicatrice bien y evitar nuevas lesiones. Lo ideal es que este reposo se haga en una jaula amplia, donde el gato tenga espacio suficiente para estar cómodo, moverse lo justo y acceder a comida, agua y arenero, pero sin posibilidad de saltar o correr.
Durante este periodo, se pueden realizar ejercicios suaves de movilidad y masajes para mantener la flexibilidad muscular y evitar la rigidez, que puede retrasar la recuperación.
Pasadas las cuatro semanas, es importante reintroducir al gato de forma progresiva a espacios más amplios dentro del hogar, durante un periodo de tres a cuatro semanas. Esto implica pasar de la jaula a una habitación pequeña, luego permitirle moverse por un solo piso de la casa y, finalmente, brindarle acceso total. A lo largo de esta etapa, es clave evitar que salte.
Las radiografías suelen repetirse entre las cuatro y seis semanas, y luego otra vez entre la semana ocho y la doce, para verificar que las fracturas hayan consolidado por completo.
Otro problema frecuente en estos casos es el daño en la piel que recubre la zona, provocado por el impacto del trauma. Las áreas con moretones severos pueden perder tejido sano, lo que requiere cuidados específicos para evitar infecciones. Según la gravedad, la cicatrización de estas heridas puede tardar varias semanas.
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Costos del tratamiento
El costo del tratamiento por una fractura de pelvis en gatos puede variar considerablemente. Esto no depende solo del tipo de fractura, sino también de las lesiones adicionales que el gato pueda haber sufrido. Muchas veces, otras heridas más graves deben atenderse primero, y la fractura pélvica se aborda después.
Como referencia general, puedes considerar los siguientes rangos aproximados, aunque según tu ubicación, estos precios podrían ser más bajos o más altos:
- Consulta veterinaria: entre $ 50 y $ 150 USD
- Radiografías: de $ 200 a $ 500 USD
- Medicamentos para el dolor: entre $ 50 y $ 150 USD
Si el gato necesita estabilización de urgencia, los costos iniciales pueden superar fácilmente los $ 1,000 USD, dependiendo del estado del animal y la gravedad del trauma.
Cuando la fractura requiere cirugía, normalmente interviene un veterinario cirujano especializado. Siempre que se colocan implantes como placas o tornillos, los costos aumentan. La reparación quirúrgica de una pelvis puede costar entre $ 2,000 y $ 7,000 USD, según el tipo de fractura y la complejidad del procedimiento. Si existen otras lesiones óseas que también necesitan cirugía, el monto final será más alto.
Pronóstico para gatos con fracturas pélvicas

Con el tratamiento veterinario adecuado, la mayoría de los gatos puede recuperarse por completo sin secuelas o con efectos mínimos.
Afortunadamente, la pelvis está rodeada de músculos y tejidos blandos que brindan soporte incluso cuando hay fracturas en los huesos. En los gatos, en particular, la recuperación total suele ser muy buena, sobre todo cuando se trata de fracturas leves o con poco desplazamiento.
Algunas secuelas pueden requerir atención adicional con el tiempo. Si la articulación de la cadera (la de tipo bola y cavidad) se ve gravemente comprometida y no se pudo realizar una cirugía o si la lesión no se atendió a tiempo, una opción para aliviar el dolor crónico es la extirpación quirúrgica de la cabeza del fémur (la “bola” de la articulación). Aunque se considera una medida de rescate, puede ser muy efectiva, sobre todo en animales pequeños como los gatos.
En casos donde fragmentos óseos estrechan el canal pélvico, puede aparecer estreñimiento persistente e incluso obstrucción fecal. Con el tiempo, esto puede derivar en megacolon, una condición en la que las heces dejan de avanzar de forma adecuada por el intestino grueso. Al inicio se puede controlar con medicamentos, pero si la situación se agrava, podría requerirse cirugía.
Reflexiones finales
Las fracturas pélvicas en gatos son comunes en casos de trauma, especialmente por atropellos o caídas desde grandes alturas. Los gatos que sufren estos accidentes suelen presentar múltiples lesiones, por lo que es fundamental brindar atención veterinaria de emergencia.
En muchos casos, las fracturas pélvicas no requieren cirugía, salvo cuando hay desplazamiento de los huesos o afectación importante de la articulación de la cadera. Siempre que se conserven las funciones urinarias y de evacuación, el pronóstico a largo plazo puede ser muy favorable.
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